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Mostrando entradas de mayo, 2020

Mi maestra de la salsa

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Mi amigo Javi Rodríguez, gallego él, de Vigo para más detalle vino una vez a Cuba conmigo como premio a un trabajo importante que consiguió para la empresa.  Javi Rodríguez en lo profesional era un tipo cumplidor. Su vida personal era un un misterio toda ella, no es que estuviese rodeada de misterios.  Los custodios de El Salado que siempre cuidaban de mis amigos un día le obsequiaron con una muchacha. Una noche llegó a su cabaña  con sus tragos en el cuerpo y un coco maduro bien aliñado con añejo (*) y se encontró con un regalo humano en su cama. El se desnudó se metió bajo la sábana y allí se encontró con la sorpresa mientras le daba un trago al coco aliñado. A su regalo solo le preguntó si le gustaba el coco con ron, esta le contestó que sí y lo compartieron hasta que borrachos se quedaron dormidos.  A la mañana siguiente, camino de mi trabajo, cuando pasé por carpeta -recepción del hotel en cubano-, me estaban esperando varios custodios y allí fué cuando yo me enteré de lo que acab

Excursión a María La Gorda

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Tanto me habían hablado de Maria La Gorda que un fin de semana de esos que quedaban libre para disfrutar de la vida decidimos con mi amigo Fredy organizar una excursión a ver el paraíso del buceo en Cuba. Le contamos el proyecto a El Capitán ( ver X )   y rápidamente se ofreció a hacernos de guía turístico ya que él había sido director médico-veterinario en toda aquella zona y lo conocía bien. Recogimos a El Capitán en Pinar del Rio y tras un buen café y un trago de añejo salimos para María la Gorda. El trayecto era pesadito por las malas carreteras de la zona que en algunos tramos parecían recién bombardeadas pero la verdad es que yo no me fijaba en la carretera. Tenía toda mi atención puesta en el personaje, El Capitán. Este para que el viaje se nos hiciese más llevadero e inolvidable comenzó a contarnos "tras de aquellas lomas...". Y continuaba "cuando terminó la guerra contra las tropas de Batista, tras de aquellas lomas estaba la principal cárcel de la zona. Allí íb

La Tasca, la mayor concentración de jineteras por metro cuadrado de La Habana

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La Tasca (*), era en aquella época la mayor concentración de jineteras  por metro cuadrado de La Habana según me dijo mi amigo Fredy. Él, al contrario de los que no éramos cubanos sabía distinguir a las jineteras de las que no lo eran. Lo cierto es que a Fredy le llevé yo a aquel lugar, ya que los cubanos allí solo podían ir con invitación. Esta era mi segunda visita a la Tasca. Él tenía mucho interés en conocer el famoso lugar. Todo el mundo en La Habana hablaba del famoso lugar. La primera vez que yo visité la Tasca fué con unos amiguetes españoles que estaban de paso por la isla en plan de trabajo y habíamos sido invitados "ya que allí no había jineteras". La información oficiosa era que las muchachas que allí estaban era porque el régimen castrista las premiaba por su buen hacer o comportamiento en el trabajo. Las obsequiaba con un pase gratuito y unas consumiciones que luego vendían a un precio más bajo que los oficiales a los extranjeros que allí llegábamos. Esto sí l

Policía (in) sobornable en la Cuba de la Revolución

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Tengo un amigo en México que todos los días o un día sí y otro no, para no parecer muy exagerado, paga una mordidita. Ya tiene junto a los documentos del carro unos billetitos para que no haya mucha demora en la gestión. Pero bueno todo el mundo ya sabe que en México es así. Es como un impuesto directo que has de pagar por manejar/conducir un vehículo. Mi amigo Fredy en Cuba siempre llevaba una botella de añejo y un vaso desechable en su carro... y es que un buen trago de añejo lo suaviza todo. He vivido en primera persona cómo se le llenaba el vaso al policía, al chivato de la cuadra, al vecino sospechoso de colaborar con el poli de la cuadra... y ya, se acabó el problema. Y si volvían a por más trago pues se les repostaba. Que se lo digan a Isidoro Malmierca que antes de las reuniones te "obligaba/sobornaba" a soltar la lengua (x) y a abrir tus oídos a sus arengas políticas contra el imperialismo con unos tragos de añejo y un café negro a las 9 de la mañana... Cada

indice provisional

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Índice provisional de anécdotas reales  y vividas en primera persona.  El bautizo de Palmiche J. Palmiche Nulbis y sus 13 novios El novio numero 7 de la pinareña Vamos a guarachar El argentino boludo  de turismo en Cuba. Confesiones de una hija de la Revolución de Fidel Castro Isidoro Malmierca y los bombardeos bactereológicos y víricos de Cuba por los imperialistas. Tertulias y macro concierto en la piscina de mar del hotel Comodoro con "el pincho" en acción ¡Oye negro! Propaganda política en vallas: Cuba El precio del amor cubano y el precio de los médicos de la revolución El pícaro mendigo del Granm a Pases de trabajo para jineteras y jineteros Los peligros de tener tu propio negro. P olicía (in) sobornable en la Cuba de la Revolución La Tasca, la mayor concentración  de jineteras por metro cuadrado de La Habana Excursión a María la Gorda   Mi primer contacto con la Cuba de los cubanos Cuba, una isla fantasma en el Caribe El milagro de Fidel, los panes y los pece

Los peligros de tener tu propio negro.

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¿Oye tu nunca has tenido un negro? Mi amigo Nicasio Ballestas era uno de esos tipos que tenía un montón de cosas tremendamente buenas como persona y ya no te digo nada como amigo. Además era un tipo que sabía un montón de chistes, cuentos que dicen los cubanos (*). Para cada palabra que pronunciases tenía uno que siempre te soltaba cuando menos lo esperabas y te rompía los esquemas. Éramos expositores en la Feria Internacional de La Habana. El trabajo en las ferias -aunque no lo parezca es más que cansado, es agotador. Si a esto le sumas el clima de Cuba, los aires acondicionados tan altos que suelen poner, los tragos fuertes y cafés, las bucanero negras, el cóctel era demoledor. A esto le añades los personajes tan diferentes que te visitan y cuentan sus vidas y milagros y -ni que decir tiene- terminas destrozado física y mentalmente. Era Nicasio un tipo que se había auto formado o la vida y sus circunstancias le habían ido formando. Yo le conocía lo suficiente como para notar cuand