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Las jornadas de trabajo en La Habana en el mes de julio pueden llegar a ser realmente agotadoras. Cuando no tienes aire acondicionado porque los calores pegajosos parece que van a acabar contigo en  cualquier momento. Cuando tienes aire acondicionado porque te puedes congelar de frio; es como si los cubanos se quisieran llevar reservas de frio para la casa o aprovechar los pocos momentos en que hay luz para poner a la máxima potencia los aparatos de aire acondicionado. Esto te sucede desde primera hora de la mañana hasta el final de la jornada laboral. No tienes un término medio a no ser que estés en el hotel y puedas tu mismo regular la temperatura. Este era un día típico de trabajo en la capital de Cuba. Llegaba un gallego a la isla para hacer cuatro gestiones y al segundo día estaba con un catarrazo en pleno verano de los que te deja baldado en el mejor de los casos o te produce una fiebre de 40ºC en el momento en que te descuidas. Hoy había sido uno de esos días. Normalmente termin

  Triscornia y el gallego Palmiche:  Ayer y hoy de una historia que no para de repetirse. Palmiche se reía cuando le llamaban gallego en vez de madriles o español. Y es que a todos los españoles nos siguen llamando gallegos en la isla de Cuba. Y hace unos días husmeando libros por el bulevar de Vallecas, una de las autoras descendiente de emigrantes gallegos en Cuba por cierto y de vuelta en España, me contaba que en el libro que exponía se mencionaban historias de los emigrantes españoles que se aventuraron a ir a la isla de Cuba. Y en estas estaba cuando me soltó un nombre que no me sonaba de nada Tiscornia o Triscornia -1900 a 1959- aproximadamente. Me informó que “salvo los privilegiados” –“los enchufados de toda la vida”- el resto de los emigrantes Españoles, que era la mayor parte de los que llegaban a la Isla Grande del Caribe eran gallegos. Luego llegaba la segunda parte y es que todos los que conseguían llegar a Cuba -vía La Habana puerto de entrada a la isla- tenían que hacer