Mi maestra de la salsa

Mi amigo Javi Rodríguez, gallego él, de Vigo para más detalle vino una vez a Cuba conmigo como premio a un trabajo importante que consiguió para la empresa. 
Javi Rodríguez en lo profesional era un tipo cumplidor. Su vida personal era un un misterio toda ella, no es que estuviese rodeada de misterios. 
Los custodios de El Salado que siempre cuidaban de mis amigos un día le obsequiaron con una muchacha. Una noche llegó a su cabaña  con sus tragos en el cuerpo y un coco maduro bien aliñado con añejo (*) y se encontró con un regalo humano en su cama. El se desnudó se metió bajo la sábana y allí se encontró con la sorpresa mientras le daba un trago al coco aliñado. A su regalo solo le preguntó si le gustaba el coco con ron, esta le contestó que sí y lo compartieron hasta que borrachos se quedaron dormidos. 
A la mañana siguiente, camino de mi trabajo, cuando pasé por carpeta -recepción del hotel en cubano-, me estaban esperando varios custodios y allí fué cuando yo me enteré de lo que acabo de relatarles.
"A su amigo Javi Rodríguez vamos a tener que sancionarlo severamente. Se ha comportado malamente. No le hemos expulsado  porque viene con ud y a ud le conocemos de años y ha sido siempre un caballero y se ha comportado siempre correctamente"
Yo recordaba a mi amigo la noche anterior camino de su cabaña, bordeando la piscina, sin abandonar su coco relleno de añejo que prometió no abandonar hasta que no le quedase una gota dentro. 

Piscina de El Salado

La cabaña de mi amigo quedaba al fondo de la piscina tras de aquellas palmeras más altas y la mía queda a este lado de la piscina cerca del restaurante-ranchón y zona de juegos.
Los custodios volvían a recordarme lo mal que se había portado Javi Rodríguez y yo adivinaba por el tono que ponían que allí había gato encerrado. Les pregunté y tras repetirles varías veces qué es lo que había pasado al final me confesaron la "broma" que le habían montado a Javi Rodríguez.
A los muy canallas no se les había ocurrido otra cosa que invitar a dormir con Javi Rodríguez a una muchacha que no tenía cómo volver a La Habana hasta las 6 de la mañana. Así mataban dos pájaros de un tiro: se enteraban de si a Javi Rodríguez le gustaban las muchachas tambien y de si la muchacha era un poco jinetera. A las seis de la mañana le "robaron" la muchacha a Javi Rodríguez y este se dió cuenta de lo que estaba pasando, y en "pelota picada como estaba" agarró un machete de cortar caña que se había comprado como recuerdo de Cuba y comenzó a dar mandobles a los custodios que se iban escondiendo tras las matas protegiéndose y protegiendo a la muchacha. Al final tras mucho esfuerzo y no sin recibir más de un machetazo consiguieron calmar a Javi Rodríguez, que al día siguiente era el mejor amigo que los custodios habían tenido jamás.
Yo conocía las canalladas que hacían aquellos custodios y solo me pareció una más. También padecí una de sus bromas una noche que tras una tormenta tropical en la que los rayos caían hasta en la piscina y el agua corría como un río hasta el cercano mar. La piscina se había llenado de cangrejos gigantes. Más que cangrejos parecían monstruos con ojos saltones y pinzas amenazantes; cuando se ponían de pié para atacar o defenderse yo calculo que median 30 cms de alto, monstruos del todo. Pues a uno de los custodios, aún no sé a cual, de lo contrario aún le odiaría, se le ocurrió meter dos o tres de aquellos monstruos 


en mi cabaña. Los custodios decían que se me habrían colado a mí en algún descuido, imposible, era obra suya. Tras el primer sueño, que en mi caso suele ser muy profundo, tuve un despertar como de pesadilla, alguien estaba utilizando una sierra y haciendo un agujero en mi cabaña de madera. Seguí escuchando y tome la decisión de levantarme con cuidado y tratar de resolver la situación civilizadamente. Seguí escuchando y aquello me parecía que venía de debajo de la cabaña... Por fín encendí la luz y me encontré a aquellos cangrejos monstruosos tratando de taladrar la madera de la cabaña para salir. Me puse los primeros zapatos que alcancé y me lié a patadas contra los monstruos hasta que conseguí sacarlos del bungaló. Mis zapatos quedaron para tirarlos porque más de uno de los bichos reventó de los patadones que les di y el líquido que salía de sus entrañas dejó unas manchas en los zapatos que ya nunca desapareció. La escena me produjo pesadillas varios días... Me imaginaba a aquellos bichos saliendo del cuadro "El Jardín de las Delicias de El Bosco" devorándome.

Y vuelvo a Javi Rodríguez que al día siguiente se nos presentó con una amiga, Niurkita, que alguno de mis amigos le había presentado.


Niurkita, era una mulatona tirando a feíta pero eso sí con una gracia y una simpatía que salían de aquella boca y de aquel cuerpo difíciles de superar. De pequeña había querido ser bailarina, de hecho había estado ensayando varios años con el Ballet Nacional de Cuba de la famosa Alicia Alonso. Pero cuando aquel culo típico de mulata bien dotada empezó a aparecer la despidieron sin honores del famoso balet. En ese momento se dedicó al deporte corriendo vallas y el deporte le permitió seguir manteniendo aquel envidiable estado de forma que tenía a sus ya veintimuchos. Finalmente se dedicó a las finanzas y ahí se ganaba la vida en una empresa del estado.
Una de esas noches que andábamos de tertulia al lado de la piscina, mientras nos jugábamos un campeonato de pimpón o un billar y aliviábamos aquel calor tropical con unos buenos tragos Niurkita se desató un poco y nos deleitó con una de sus especialidades "el baile de la silla"(**). Este "baile de la silla de Niurkita" consistía en sentarse en una silla y al ritmo de la música comenzar a mover la silla como si de su pareja de baile se tratase. A medida que la silla se iba moviendo conseguía agarrar la silla con su culazo y levantarla sin ayuda de sus manos y moverla-bailarla como se ve en mis burdas ilustraciones. La silla se iba deslizando arriba, abajo, a un lado, a otro. La silla se contoneaba al ritmo que le marcaba aquel culazo de mulata bien hecha. Ninguno de los presentes -todos con la boca abierta- daba crédito a lo que estábamos viendo.
Cuando terminó su exhibición nos contó que esto lo aprendió de pequeña y aún no se le había olvidado. 
Tú seguro que serías capaz de enseñarme a bailar salsa le comenté. No tardó un segundo en cogerme de la mano y en cinco minutos me convirtió el rey de la salsa.
Era increíble las dotes que tenía Niurkita, imagino que parte naturales y parte debido a sus estudios de ballet, aunque no creo que el ballet de Alicia Alonso le enseñaran nada parecido. 
Al día siguiente la coña venía contra Javi Rodríguez al que le preguntábamos qué más le había enseñado a bailar la noche pasada...








(*) Un coco grandote recién bajado de la palmera por los custodios de El Salado -que por cierto trepaban como monos- (¡lo que hacían por una buena propina!) a aquellas grandes palmetas que se ven al fondo de la piscina tiene dentro un jugo natural que mezclado con un chorro de ron añejo es un placer que hasta el mismo dios Baco habría patentado.

(**) Este baile de la silla no tenía nada que ver con el erótico baile de la silla que aparece en muchos sitios de internet y que sirve para poner a tono a los amigos, maridos o amantes. 

continuará...


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