Nulbis y sus 13 novios oficiales, más los de repuesto...

Nulbis era una linda muchacha, bonita de verdad.

Realmente parecía una belleza nórdica en vez de una muchacha cubana. Rubia y con unos ojazos azules de esos que eclipsan el sol. A primera vista parecía un poco una bobalicona pueblerina, pero de bobalicona no tenía nada sino más bien todo lo contrario; lo de pueblerina se le olvidó al poco tiempo de residir en La Habana; estas circunstancias las utilizaba astutamente dependiendo del momento y añadían un plus a su encanto natural, ese que le había dado la genética.

Su borracho padre -el Capitán así le llamaba todo el mundo- era un galán cubano de los privilegiados del régimen de Fidel. Bien plantado él. Rubio y con ojos grandes azul celeste que heredó su hija Nulbis. Borracho y mujeriego hasta como nadie pueda imaginar; aprovechaba, siempre haciendo gala -casi siempre chantaje- de su puesto de privilegio, para llevarse al huerto a todas las hembritas que le caían bien, casadas o solteras que a esto no hacía ascos. Su puesto de privilegio en la sanidad animal cubana le llevaba de trabajo a todas las granjas y casas de campo de Pinar del Río. Acudía principalmente, en su trabajo de alto supervisor, a aquellos clientes donde había buenas mozas repito, solteras, casadas, viudas... y añadía a su grandilocuencia -casi parecía argentino vendiéndose- su planta de galán, su carné de alto cargo del partido y sus chantajes. Esto le daba comida, bebida y cama, sobre todo cama, por donde quiera que pisaba. Solo le frenó un guajiro corneado -tarrudo que suelen decir los cubanos- que le esperó a la vuelta de un camino un buen día que el capitán acababa de celebrar una de sus visitas rutinarias. El guajiro disparó uno de sus machetes a la luna del viejo jeepy y con otro machete comenzó a arremeter contra el vehículo que gracias a la destreza del chofer del "capitán pincho" consiguió salir del embrollo.
La madre de Nulbis era una sumisa y agrandada pinareña -mientras duró al lado de El Capitán- bonita ella a pesar de su edad. También dejó huella en la muchacha y era su principal valedora y alcahueta "es tan linda que tiene muchos novios" y no le faltaba razón. La mamá acompañaba a la hija a conocer a sus novios y de paso a comer a todas horas en los mejores restaurantes de La Habana y luego llevarse la propina, oficialmente para pagar el taxi.

De Pinar del Río "pa" La Habana.

La niña Nulbis -18 abriles de bombón cubano- de pronto dejó los estudios y decidió que quería hacer fortuna. 
Ella vio muy claro que en Cuba, "período especial" por medio, solo se podía hacer fortuna teniendo un novio extranjero y fue más allá y se buscó un novio para cada mes y alguno de repuesto por si le fallaban los oficiales. 
Y ya; dejó Pinar del Río y se marchó para La Habana llevándose con ella a su alcahueta, su madre la que decía que su hija era tan bonita que merecía todos esos novios y muchos más si era menester.
Dejó al Capitán, su padre, en la capital de la provincia del tabaco pero se llevó de él su buen hacer en el plano del amor y del sexo. Si él tenía muchas novias ¿porqué ella no podía tener muchos novios?. Y con aquel bellezón que la habían engendrado lo más seguro es que en poco tiempo se hiciera de oro.
Le llevó un tiempo conseguir su objetivo pero, tras algún que otro susto de por medio, lo consiguió.
Para conseguirlo no tenía reparos en utilizar a todas las personas de su entorno, madre, familiares, amigos como escudo protector. Por cierto, se portaba bien con todos, se dejó aconsejar de un familiar muy especial, que de marketing entendía mucho y le recomendó algunas pautas de comportamiento para que no se viese comprometida por las autoridades del "periodo especial". Hasta llegó a contratar a un homosexual para que le sirviese de escopeta y con él de pareja entrar a los hoteles llenos de turistas burlando la vigilancia de los custodios y los seguratas cuando no los tenía comprados.

Los 13 novios de la pinareña y alguno más de repuesto.
Los novios eran 13, uno para cada mes y uno más de reserva por si le fallaba alguno por accidente. Era organizada la muchacha. No le gustaba estar sin trabajo.
Los novios eran casi la ONU por sus diferentes países de procedencia, México, Colombia, Canadá, Francia, Italia, España, Suiza, Alemania, EEUU, Reino Unido, Portugal, Grecia, Argentina...
Ella no hablaba idiomas pero por su profesión -chica de muchos novios-, belleza, encanto y trabajo tampoco los necesitaba.

Era previsora la muchacha. A veces se le juntaban dos novios a la vez pero para eso tenía a su ejército -madre, familiares, amigos y al homosexual- que entraban en combate hasta que se resolvía la situación. Era la reina de los principales hoteles de La Habana y Varadero.

Esta situación se prolongó así durante varios años hasta que uno de los novios se puso pesado (ver Florin en novio número 7) y se empeñó en casarse con ella en unas condiciones económicas que no podía rechazar. Y se casó y emigró con su flamante esposo. Dejó en La Habana a su mamá encargada de mantener el contacto con el resto de novios. Ella se encargaba de contarles la misión comercial tan importante que el gobierno había encargado a su hija. Con esto mantenía la esperanza de que a su vuelta todo sería como hasta entonces. Les obligaba a mantener la esperanza y ella les paseaba por los mejores restaurantes de La Habana para mantenerlos ocupados.

Hasta donde llegaba el atractivo de Nulbis...
Durante un cumpleaños de mi amigo Fredy fuimos invitados un montón de conocidos entre los que se encontraba Palmiche, que para aquel entonces ya había cambiado de novia cuatro o cinco veces. La novia actual conocía a Nulbis y le dijo a mi amiguete Palmiche, como buena cubana celosa, ojo que a la fiesta va a venir la putita. Que no te vea yo que ni siquiera la miras. Siguió la fiesta, compramos a la vigilante de la cuadra con unos tragos de ron y todo y todos muy bien.
Pero de repente se oyó un rebuzno de Palmiche, al más puro estilo del Palmiche de los dibujos, y es que la novia de mi amiguete se había percatado de que Palmiche llevaba varios minutos mirando a Nulbis como caballo boquiabierto enamorado, a pesar de que esta estaba acompañada de su supuesto novio, el homosexual; y la novia de Palmiche le pegó un pellizco que casi le arranca medio brazo: "te lo dije mi amol, y llevas toda la tarde mirando a la putita" le dijo la celosa.

Y Nulbis se casó y emigró a Ginebra (esto daría para una novela entera -el novio número 7-).
Pero desde Suiza se las arreglaba para volver periódicamente a La Habana porque no conseguía dominar aquel clima helvético tan duro; o la mamá -la alcahueta- estaba enferma, o el papá no estaba lo suficientemente borracho o le había dado otro hermanito con alguna mamá nueva. Estas eran las justificaciones que le ponía a su flamante esposo para ir a atender a alguno de los 12 viejos novios que se ponía un poco pesado o le traía algún regalo muy especial...



mañana más...






Calendarios muy diferentes



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