Mi maestra de la salsa
Mi amigo Javi Rodríguez, gallego él, de Vigo para más detalle vino una vez a Cuba conmigo como premio a un trabajo importante que consiguió para la empresa. Javi Rodríguez en lo profesional era un tipo cumplidor. Su vida personal era un un misterio toda ella, no es que estuviese rodeada de misterios. Los custodios de El Salado que siempre cuidaban de mis amigos un día le obsequiaron con una muchacha. Una noche llegó a su cabaña con sus tragos en el cuerpo y un coco maduro bien aliñado con añejo (*) y se encontró con un regalo humano en su cama. El se desnudó se metió bajo la sábana y allí se encontró con la sorpresa mientras le daba un trago al coco aliñado. A su regalo solo le preguntó si le gustaba el coco con ron, esta le contestó que sí y lo compartieron hasta que borrachos se quedaron dormidos. A la mañana siguiente, camino de mi trabajo, cuando pasé por carpeta -recepción del hotel en cubano-, me estaban esperando varios custodios y allí fué cuando yo me enteré de lo que acab