Una gloria del atletismo cubano, de cervezas con Palmiche
Sotomayor, aún plusmarquista mundial de salto de altura
Palmiche conoce a Javier Sotomayor en el Hotel Copacabana. Le llevaba por encargo de un periodista freelance una maleta llena de ropa para las amistades del plusmarquista mundial de salto de altura. Este periodista freelance fue a La Habana a hacer un reportaje sobre la vida y milagros de Sotomayor encargado por un periódico de Madrid de tirada nacional. De vuelta a Madrid coincidió con Palmiche en el avión y salió la conversación y el encarguito para el siguiente viaje de Palmiche a La Habana que era en 15 días.
Quedó Palmiche una tarde con Sotomayor en el H. Copacabana, en el vestíbulo del bar que estaba a la derecha de la recepción, en el mismo lugar en el que dos años más tarde murió un turista italiano por el estallido de una bomba casera.
La cosa es que el plusmarquista mundial de salto de altura acompañado de un gordo enorme, cuyo nombre no recuerdo y que era el plusmarquista cubano de lanzamiento de bola, entablaron conversación con Palmiche y terminaron con las existencias de botes de cerveza Hatuey y después con las existencias de los botes de heineken. En un momento Palmiche les preguntó ingenuo ¿y mañana como vais a entrenar? Esto se mea sobre la marcha le respondió el gordo y Javier sonrió socarronamente. Por cierto aquel gordo de cuyo nombre no me acuerdo sabía tantos chistes -cuentos los llaman los cubanos- como Diego el amigo de Palmiche e hicieron una especie de competición a ver quien contaba más. Los de Diego Ballestas eran mejores pero los del atleta cubano los escenificaba con una gracia insuperable, movía la cara, la tripa sebosa, los gemelos que parecían jamones de jabugo... una por otra, empataron. A cervezas ganó el gordo, seguido de Javier.
Por supuesto que Palmiche se enteró -las lenguas estaban más engrasadas que el cerebro- de todo lo que nunca le contó Sotomayor al periodista freelance enviado por la prensa española: la verdadera historia de la primera esposa de Javier, los amores de Javier, la plusmarca de Salamanca, los fulas que les entregaban las marcas comerciales patrocinadoras y que se llevaban desde Guadalajara-España -donde tenían el cuartel general los componentes del equipo cubano de atletismo-, las macro fiestas para gastar esos fulas y no entregárselos a los Castro, la historia de aquel bonito Mercedes que ganó en Alemania y tardó tres años en llegar a Cuba, y el día de que se lo entregaran se estampó y lo dejó siniestro total...
La pila de botes de cerveza alcanzaba el metro de altura cuando terminó el encuentro de Sotomayor, Palmiche, Diego y el gordo.
Eran aún los buenos tiempos de Sotomayor.
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