Nulbis, una pinareña en la Monumental de las Ventas.



Tarde de mayo en el tendido alto del ocho. La corrida transcurría entre las protestas del tendido del 7 –que por sistema protesta por todo y ve la cojera del astado antes de que este salga al ruedo- y el aburrimiento de una tarde de toros de las más habituales de la feria de San Isidro. Cuando no fallan los toros fallan los toreros y a veces fallan las dos partes para que la faena sea completa.

Pero el tendido alto del ocho estaba de celebración con un personaje que pisaba una plaza de todos por primera vez en su vida: Nulbis, que para tal evento se había vestido de madrileña castiza pero con el vestido solo hasta un poquito más arriba de la rodilla. Un modelito especial para ella. Con este modelo resaltaba aún más su belleza natural, rompía todos los moldes como acostumbraba a hacer por allá donde iba.

El novio número 7 (https://cuba-periodo-especial.blogspot.com/2023/03/el-novio-numero-7-de-la-pinarena.html) de la pinareña, en aquel momento flamante marido de Nulbis había traído a su bella esposa desde Ginebra (Suiza) a disfrutar de una corrida de toros a San Isidro. Las entradas se las había conseguido su viejo amigo Palmiche.

Por ver aquel bellezón en la plaza de toros de las ventas merecía la pena haber pagado la entrada en el tendido alto del ocho. Ella sabía que la tarde de toros no podía ser triste para el tendido alto del ocho estando ella allí.

Encendió su cohiba (ella era nacida en las mismas tierras en las que crecen las plantas de tabaco con las que se hacen los cohíbas) y comenzó el espectáculo. No sin antes darle un viaje a la bota de vino que Palmiche iba paseando entre la concurrencia para que no decayera el ánimo. Le habían dicho que a la Monumental de las ventas en una tarde de San Isidro no se puede ir sin un buen cohiba y una buena bota de vino y llevó un cargamento para la ocasión. Nunca antes se había visto un bellezón en el tendido alto del 8 repartiendo el humo de su cohiba entre los vecinos del tendido y bailando la bota de vino con aquel gracejo de guajira pinareña. Hasta los vecinos del tendido del siete se dieron cuenta de que la corrida estaba en el ocho y no en el ruedo.

Nulbis tenía la costumbre de ser el muerto en el entierro y la novia en la boda. En el tendido del ocho no iba a ser menos y comenzó su show particular ofreciendo unas verónicas con su mantilla al respetable que a falta de atracción en el ruedo comenzó a jalear a la pinareña. Esta se vino arriba inmediatamente brindado su particular corrida al respetable. Entre tanto su marido le sujetaba el humeante cohiba. Los vecinos del tendido le quisieron cortar las orejas y el rabo al marido por la faena que estaba realizando la buena moza –merecido lo tenía todo sea dicho de paso-. Eso sí, la levantaron en hombros simulando una salida por la puerta grande, mostrando toda su belleza al respetable de las ventas que la jaleó con una larga ovación. Ella correspondió a los que la subieron a hombros con unos excelentes cohíbas que portaba el marido, feliz él del espectáculo montado por su princesa de la tierra del tabaco por excelencia de la Isla de Cuba.

La juerga se prolongó hasta muy entrada la noche con el marido –el apoderado rico y a la vez marido- pagando a un montón de comparsas y palmeros de los que conocieron en el tendido del 8 y que los pasearon desde la salida de la corrida en las Ventas hasta la mismísima y castiza Puerta del Sol en Madrid.

En todo momento estuvieron acompañados de Palmiche que era como el mozo de espadas de la rica pinareña y palmero número uno del evento –cosa que se le daba bien-. No quedó bar de nivel por toda la calle Alcalá y aledaños hasta llegar a la Puerta del Sol en el que no se celebrase el éxito de la princesa de Pinar del Rio en la corrida de las Ventas.

La muchacha salió por un día inolvidable del aburrimiento de la Ginebra-Suiza en la que se estaba consumiendo de tristeza según ella misma confesaba. El evento la hizo disfrutar tanto como en su Habana-Cuba. Su marido la hizo la mujer más feliz del mundo y los comparsas y palmeros disfrutaron de bailar el chotis por la calle Alcalá con la chulapa cubana más bella de San Isidro.

Hasta se llevó para Suiza un cartel de toros de la monumental de las ventas en la que figuraba como como tercer matador junto a los famosos maestros Santiago Martín “El Viti” y Manuel Benitez “El Cordobés” dos de las grandes leyendas del toreo. Su nombre de guerra como consagrada matadora: Nulbis de Castro “La Pinareña”.

Es continuación de... https://cuba-periodo-especial.blogspot.com/2020/04/nulbis-y-sus-13-novios.html


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