El ciego y su lazarillo alucinan a Palmiche

Vamos a "meter" a Cuba...

Porque una cosa es que te lo cuente Palmiche y otra cosa es escuchar en vivo y en directo en el vuelo de Iberia Madrid-Varadero al ciego "jineteador" y a su lazarillo. 

El ciego jienense -hijo y residente en un pueble grandote de la provincia de Jaén- era un ciego sin ojos pero con lazarillo humano -vecino desde la infancia del ciego-, no perro lazarillo, como se estila actualmente. Escucharle a voz en grito durante todo el santo vuelo de Madrid a Varadero fue una experiencia digna de ser contada. Te iban contando su película porno xxx a voz en grito, poniéndose una medalla cada vez que le pagaban a la jinetera que acababa de hacer su trabajo.

El ciego daba todo lujo de detalles -imaginaría que todo el mundo iba a la isla a lo mismo que él- sin atender a las indicaciones que le hacía el personal de vuelo y que su lazarillo de transmitía/repetía fielmente. Era ciego pero no era sordo, ni tonto, se lo hacía un poco para "fardar de gran jineteador" - como si sus hazañas mereciesen algún elogio cuando todo en mundo en el vuelo les compadecía-. Pero el era el amo -el ciego- el pagaba y lazarillo obedecía. El resto del pasaje alucinaba en colores. 

Palmiche que ya había hecho varios viajes a la isla y seguía creyendo en el amor no daba crédito a lo que oía; siempre se había enamorado de sus muchachas. Palmiche contaba que nunca había hecho turismo sexual. Ya en Cuba se enamoró muchas veces, y lo habría seguido haciendo si Fidel Castro -más bien el PCC- no hubiera querido cobrarle 30000 dólares por taerse a España a la médica de Alamar.


El récord del ciego y su lazarillo eran 10 muchachas -jineteras- por día y por barba. Estaban empatados el ciego y su lazarillo. Debatían en torno a si se hacían trampa el uno al otro.

El lazarillo se quedaba con las más guapas, pero como el ciego no tenía ojos por ahí no podía discutir aunque se lo imaginaba y se lo prohibía al lazarillo; dejaba muy claro que él era el amo y el que pagaba, pero el lazarillo conocía bien las debilidades del patrón. 
El buen lazarillo, pícaro él como el de "El lazarillo del Tormes", elegía a las muchachas mejor parecidas para él con alguna excusa que le ponía al ciego. A las más feas le ponía una especie de pachuli tipo Alicia Alonso Perfume, para que el ciego picara el anzuelo al elegir olfativamente y al tacto -le gustaban redonditas y culonas-.

El ciego preguntaba a las muchachas jineteras: ¿Cuál de vosotras es la más linda? porque el que pago soy yo... Pero el lazarillo las había informado previamente del trámite.

¡Cómo ha cambiado la historia de los ciegos en España desde que la ONCE les da trabajo!

Nada que ver con las venturas y desventuras del Lazarillo de Tormes.

Ahora salvo excepciones como la del ciego jinetero de un pueblo grandote de Jaén los ciegos ya no llevan lazarillo humano sino perros lazarillo. Se dice que el próximo paso será llevar robots lazarillo.

Algunos ciegos siguen siendo tan miserables como el famoso ciego de la genial obra de literatura española, pero son las excepciones. De que así sea se encarga el patrón español de los invidentes.

La doble vida del ciego del pueblo de Jaén y su amigo el lazarillo camuflado.

Juanma el ciego del pueblo había nacido sin ojos en una familia bien. Fué educado en los mejores colegios de Madrid y cuando ya no quiso estudiar más, volvió al pueblo con un buen empleo: vendedor de la ONCE. Juanma de pequeño siempre tubo un amiguete que se llamaba Manolillo, hijo de una familia muy humilde y necesitada y que de "aquella manera" sin planteárselo como tal, siempre fue su lazarillo. Esto suponía grandes atenciones por parte de la familia de Juanma con la familia de Manolillo. Cuando Juanma se fue a estudiar a Madrid la amistad de los muchachos se apagó un poco pero se avivaba durante los periodos de vacaciones que disfrutaban en el pueblo. Y ya cuando Juanma volvió al pueblo como vendedor de la ONCE la vieja amistad de los muchachos se convirtió en un negocio. Aunque a nivel personal seguían siendo uña y carne. Las familias como siempre suele suceder en estos casos, sobre todo las madres, se encargaron de que Manolillo se convirtiese en el lazarillo de Juanma, a cambio de unos buenos ingresos. No lo llamaron lazarillo ni nada por el estilo, que habría estado mal mirado. Era un empleado del padre de Juanma pero al servicio del ciego. Sin dar mucho que hablar para que la gente los siguiese viendo como los amigos de toda la vida y que además era cierto, pues se llevaban extraordinariamente bien. 

En uno de los muchos viajes que el ciego hacía a las oficinas de la Once en Madrid, acompañado de su lazarillo coincidieron con un viejo ciego con el que entablaron una buena relación. Este viejo ciego que en su juventud había sido una persona que veía con normalidad les fue contando sus artes amatorias de juventud, cuando tenía la misma edad que ellos tenían ahora. Entre sus negocios había tenido varios "puticlubs" en una capital de provincia. Y los detalles de las charlas entre amigos, ya se consideraban así, llevaron a la conclusión a Juanma y a su lazarillo de que tenían un asignatura pendiente en la vida: El amor, bueno, más bien el sexo. Lo hablaron, lo discutieron seriamente y finalmente lo plantearon de tal manera que disimularon totalmente sus viajes a la capital de la Isla Grande del Caribe camuflandolos con convenciones y premios de la Once en diferentes capitales de España y del extranjero además de viajes de incentivo por ser los mejores vendedores de su zona y provincias limítrofes. Ejemplo de trabajador modélico, etc, etc. para que ni la familia ni clientes supieran de sus andanzas de jineteros en La Habana.

Su reto desde que decidieron comenzar sus andanzas por la isla de Cuba fué dejar como un juego de niños las historias que les había contado el viejo ciego de los putiferios de provincia. El que les abrió los sentidos a la asignatura que les quedaba pendiente en la vida, el sexo.

100 muchachas por viaje y por barba

Ya puestos a trabajar el ciego y su lazarillo pusieron su listón de muchachas trajinadas por viaje en 100. No era una meta muy alta para ellos, -10 días en La Habana a 10 muchachas por día- las cuentas salían. Todo ello se rubricó con un apretón de manos en el vuelo de Iberia, al más puro estilo de cerrar un trato entre compadres gitaneando. El que no cumpliese el objetivo pagaría todas las cañas que se tomase su pandilla en su pueblo hasta el próximo viaje que sería en un par de meses. El trato se cerró y testigo del apretón de manos fueron todos los pasajeros del vuelo.

El ciego de las "mil putas".

Cerrado el trato, ciego y lazarillo siguieron con su devaneos "técnico científicos". Oye le decía el ciego putero a su lazarillo, ¿no crees tu que en un par de años a este ritmo habremos terminado con las putas de La Habana? A lo que el Lazarillo le empezó a hacer cuentas: 

10 macrodiscotecas a tope de putas, ponle una media de 100 diaras, esto hace una media de 1000 putas "trabajando" la noche habanera, y creo que me quedo muy corto porque los "findes" están todas las discos petadas. A esto tienes que sumarle las que trabajan por el Malecón que son otras tantas y las de la Habana Vieja que duplican la lista del Malecón... Oye que tenemos trabajo para 4 o cinco años, sin contar con la "sangre nueva"...

Pero esto no cuadraba con las cifras oficiales terció el ciego que andaba puesto en estadísticas. Dicen las buenas lenguas que por La Habana circulan unas 100000 (cien mil) jineteras. Tenemos que vender los cupones por internet desde Cuba para poder hacernos con este mercado o aproximarnos al menos...


(cont...)


mañana más...






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