Mi amigo "Argentino Boludo" (no es una ficción, es real como la vida misma)

Mi amigo Argentino Boludo(*), residente en España desde hacía 40 años, llegó la isla de Cuba con una partida de sus mejores amigos a los que había convencido para pasar unas vacaciones en La Habana. Eran el vasco, un catalán, un italiano y un andorrano.
Les convenció asegurando que yo, su amigo también, llevaba 10 años viajando a la isla por motivos de trabajo, cosa que era cierta, y de alguna forma les serviría de cicerone.
El principio de su viaje fue: antes de dejar las maletas en el hotel, tomarse una docena de mojitos en la Bodeguita del Medio en La Habana. Esto le produjo una cagalera que él -médico de profesión(**)- achacaba al cambio de aguas, líquido que no había probado más que en el avión, y esta era embotellada y de marca reconocida.
El final fue llegar de vuelta a Madrid sin un € en la cartera que le había robado su "favorita" al despedirse acompañada de su "chulo" en el aeropuerto de La Habana.

Los mojitos de la cagalera
Tras los mojitos comimos en La Bodeguita del Medio lo típico del lugar ropavieja, arroz moro, tostones... y rematamos con unos chupitos de añejo.


Desde ahí nos fuimos a hacer el checking en los bungalós del Hotel Comodoro, cuartel general del grupo de amigos. Y mientras el resto de la expedición descansaba y se acomodaba, Argentino Boludo y yo nos fuimos a una clínica privada -solo para turistas- porque su diarrea era tan fuerte que ni con un tapón en el culo se paraba aquello. Nos atendió un joven doctor muy amable al que mi amigo Argentino Boludo no dejó hablar(***). Al joven doctor cubano le dijo lo que nos tenía que recetar. El joven doctor cubano con la mejor de sus sonrisas nos recetó lo que mi amigo le dijo y nos envió a la Farmacia de la clínica.
Nos sirvieron las pastillas anti cagalera y en la factura aparecía también un cargo de 100 dólares americanos por la consulta de 10 minutos con el joven médico cubano. Este cargo de 100 USD sacó de sus casillas a mi amigo: "que boludos que son, pero si yo le he dicho lo que tiene que recetarme y ha sido una charla entre colegas no una consulta, si yo le puedo enseñar... bla, bla, bla...; pongamos una reclamación en la policía". Yo le convencí de que comenzásemos las vacaciones en paz, me costó pero le convencí. Este convencimiento no sirvió para que Argentino Boludo hiciese toda una batallita con la noticia para contar a sus amigos "che, que estos pelotudos me han cobrado 100 dólares por algo que yo les he dicho que me receten, boludos..." y la canción se repetía y repetía(****).

A la salida de la clínica tuvo que parar el taxista porque vimos aquella famosa valla de propaganda que estaba frente a la Oficina de Negocios de los Yankis en Cuba y que decía "Señores imperialistas no les tenemos absolutamente ningún miedo". Alucinó en colores mi amigo a la vista de la valla propagandística y por un rato se olvidó de los 100 usd. que nos cobraron en la clínica para turistas.

Instalados en los bungalós del Hotel Comodoro con historia del "Che" incluida.
Sin más accidentes conseguimos descansar en los relajantes bungalós del Hotel Comodoro y llegada la hora de reunirnos con nuestros amigos para cenar comenzó la planificación de actividades: mañana visitaremos... y ayudados por aquellas encantadoras camareras y maravillosos camareros comenzó mi amigo Argentino Boludo a hacer la lista: La Habana Vieja, la Plaza de la Revolución, el Castillo del Morro, el Malecón...
Y tras la cena llegaba la hora de la tertulia acompañados del mojito, el daiquiri, el sueñito cubano (cubalibre) y con la música de Gloria Stefan (mi tierra linda) de fondo comenzó el discurso de Argentino Boludo sobre el Che Guevara:
  "Ese pelotudo -El Che- que no fue capaz de terminar sus estudios de medicina y tubo que salir atropelladamente de Argentina perseguido a balazos". Siempre tenía alguna ocurrencia para despertar a sus amigos, que estaban amuermados, no sé si por el viaje o porque era su estado natural. Así terminó ese boludo de "El Che", devolviéndole a Fidel la nacionalidad cubana.
Le preguntamos por lo de "perseguido a balazos" y nos contó una rocambolesca historia que corría por su Rosario natal; los dos habían nacido allí, los dos habían estudiado medicina y los dos habían sido niños bien. Y en la calle corría el bulo o realidad de que una historia de faldas llevó  al "Ché" a poner tierra de por medio, sin terminar la carrera, para no ir al patio de los callados antes de tiempo porque las amenazas venían de arriba e iba en serio el tema. "Tarros" de por medio como se dice en Cuba, cuernos en España.

En la discoteca del Comodoro
Según mi amigo Fredy esa discoteca era la mayor concentración de jineteras por metro cuadrado de la Isla de Cuba. Luego fuimos descubriendo que había concentraciones mayores aún en lugares como La Tasca,  la disco del hotel Riviera, El Nacional, el... y un largo etcétera. 
Mi amigo Argentino Boludo llevó allí a su cuadrilla de amiguetes y en un santiamén fue ligando una novia para cada uno, sirviéndoselas en bandeja de plata a sus cortados amiguetes como sus "conquistas personales" para su uso y disfrute.
Y de pronto me doy cuenta de la situación:
Sus amigos tomando, bailando y disfrutando y Argentino Boludo apostado en una esquina de la barra de la disco queriendo ligar con una señora que estaba en la otra esquina de la barra. Le pregunté qué hacía allí solito sobando la copa y me dijo, che boludo, ¿que no ves aquella linda dama que está en la otra esquina de la barra?. Me ha dicho el camarero que es la única decente que se encuentra en esta macro discoteca. Esa es la única mujer de este antro que me pone. Y "xo" Argentino Boludo me la levantaré.
(Pelotudo, allí tu no levantabas nada, te levantaban a ti en el mismo momento en que tu te descuidabas)
Ella era la mismita que mencioné al comienzo de este relato. Si, la que le robó la cartera como regalo de despedida en el aeropuerto Martí de La Habana.

De Cojimar a Playas del Este.
Los amigos de la pandilla de Argentino Boludo se tomaron un día de descanso en la piscina de los bungalós del Comodoro para dorarse un poco con el sol del caribe y Argentino Boludo y yo aprovechamos para ir a disfrutar de Cojimar y Playas del Este que al ser un día laborable deberían de estar vacías y así poder deleitarnos más viendo pececitos y tortugas.
A Argentino Boludo no le importaba mucho la relación de Hemingway con aquella zona que íbamos a visitar pero cuando vió el restaurante La Terraza de Cojimar no dejó de exclamar "ese pelotudo -por Hemingway- tenía buen gusto a la hora de elegir el sitio para inspirarse para su obra El Viejo y el Mar". Por cierto no dejó de comentar igualmente "ese boludo seguro que le compró la historia a algún cubano" o algún cubano hizo de negro y se la escribió.
Y de allí ya nos fuimos a Playas del Este. 
Buscamos una playa desierta donde no había ni almas ni casas y allí paramos nuestro coche para admirar más la naturaleza y aquella inmensa playa vacía. Dejamos nuestras camisetas en un montoncito, pillamos el esnórquel y "al agua patos". Hay que alejarse bastante de la orilla hasta que el agua te cubre y puedes bucear un poquito.
Y en estas nos encontrábamos -disfrutando de peces, tortugas y tranquilidad- cuando de repente mi amigo me hace señas de que un bulto sospechoso estaba sentado al lado de nuestras camisetas. Joder, ¿de dónde ha salido si esto estaba desértico?
Pero como lo importante estaba guardado en el maletero del coche, y las llaves del auto las teníamos colgadas en la cinta del bañador, lo único que se podía llevar el bulto era dos remeras viejas. O sea que decidimos seguir disfrutando de los peces, las tortugas y otros habitantes marinos.
Pero al poco rato Argentino Boludo me volvió a llamar la atención "el bulto se mueve y hace aspavientos" y ya en ese momento decidimos salir del agua a ver que pasaba y así tomábamos también un poco en sol del caribe.
Según nos íbamos a acercando al bulto nos dimos cuenta de que era una persona, de que era una persona con uniforme militar, de que era una persona de color negro, de que era una persona que blandía un escopetón grandote. Por fin vimos que era un guardia de la revolución al cargo de aquella zona de playa.
Y justo cuando nos podíamos oír nos dice aquel metro y medio de guardia negro -pero más negro que el betún- "oye mi helmano que tranquilo me quedo que son turistas, es que tu sabe, pol aquí se va la gente pa Miami, llegan las lanchas y ya...", "pero ya aproveché y les guardé la ropica".
Le dimos las gracias y le dijimos que tranquilo que podía seguir haciendo la ronda que nos imponía mucho aquel escopetón tan grande que tan hábilmente manejaba. "ya tu sabes mi helmano...!"
Y el gurdia de la revolución que no se marchaba de nuestro lado...
Hasta que por fin se delató "oye mi helmano ¿y es que a vosotros no les gustan las muxaxas?".
Pues mira mi "sosio" nosotros es que somos amigos, un poco maricones y hemos dejado a nuestras esposas en el hotel tomando el sol y dorandose un poco. "¿Pero no le gustan las muxaxas ni pa un ratico?, insistía e insistía".
No de verdad, gracias nos vamos a nadar y ver los peces y los corales y las tortugas y los caracoles... y nos fuimos y se fue.
Pero no había pasado media hora cuando volvió a aparecer y cien metros detrás de él venían dos negritas, también más negras que el betún.
Salimos del agua y ya nos estaba vendiendo su mercancía y le digo "pero hombre con esas muchachas tan negras se nos mancharía el expediente"; no te das cuenta de que nosotros somos blanquitos y es que solo nos gustan las blancas y no es que seamos racistas, es que cada uno tiene sus gustos. Y en ese momento comenzó a hacer señas con el mosquetón a las muchachas para que se alejasen.
"No hay ploblema mi helmano yo os busco ahorita mismo unas blanquitas"
De verdad que no, que queremos estar solos disfrutando del agua y los peces. Y se marchó en busca de nueva mercancía.
Segundo intento fallido  porque volvió con otras dos muchachas casi más negras que las anteriores y Argentino Boludo comenzaba a estar realmente asustado.
Tercer intento "ahorita ya no voy a fallar, os voy a tlaer a mi esposa ya una soblina, que no os van a deflaudal", son "candela" y esto decía mientras despedía a las anteriores igualmente moviendo el fusil como simbolo de no aprobación. "Ahorita voy a tardar un poquito más porque están un poco más lejos, ya tu sabes"...
Se marchó en busca de la nueva oferta y en el momento en que desapareció, mi amigo Argentino Boludo -ya de por si él muy blanco- no era blanco era cal viva su cara y casi le brotaba la sangre por los ojos.
Me llevó corriendo a "trompadas" hasta el coche y sin vestirnos ni calzarnos arrancó haciendo trompos y derrapadas y no paró el coche hasta que el marcador del tur nos alejó 60 kilómetro del lugar...
Pero boludo me decía, que ibas a hacer si no te quedabas con su esposa y la sobrina, con ese escopetón te pega un tiro que te desplaza 20 metros... boludo!.
Yo solo le dije mira boludo, al negrito del trabuco le sueltas 5 "fulas" y te da un beso hasta en el cielo de la boca, no te hagas líos... pero Argentino Boludo ni hoy -que ya han pasado muchos años y está en el cielo- está convencido de ello. Ni volvió jamás a Playas del Este aunque sí fue muchas más veces a Cuba.

Mexicano borracho.
Cuando paramos el tur -auto de alquiler en cubano- decidimos buscar un lugar para comer. Cerca de Santa Cruz del Norte encontramos un restaurante muy coqueto y con un camarero simpático y ahí que nos paramos a ver si conseguíamos comer algo. Preguntamos y no había nada aparte del consabido sandwich cubano; pero el camarero que no tenía otra cosa que hacer se comprometió a ir a visitar a un amigo pescador a ver si había pescado algo y si era así traerlo. Nos dijo dónde estaban las cervezas frías para que nos fuésemos sirviendo y se marchó en busca del pescado. 
Robertico, así se llamaba el camarero mulatón, cogió su bicicleta y desapareció en busca del pescado. Le dió tiempo a salir a la mar a pescarlo porque tardó como casi dos horas en volver.
A Argentino Boludo ya se le estaba pasando el sofocón de Playas del Este con las cervezas que iban cayendo unas tras otras. La verdad es que según las bebías las ibas sudando por el calor pegajoso del bonito lugar y el resto lo meabas.
Llegó de vuelta Robertico y nos mostró el pescadote. La verdad es que tenía una pinta extraordinaria, además Argentino Boludo -que también había pescado grandes peces en la Patagonia argentina ¿que cosa no habría hecho argentino boludo en su vida?- aprobó la adquisición.
Si larga fue la espera hasta que Robertico llegó con el pez no fue más corta la espera hasta que el pez llegó en el plato pero las cervezas seguían entrando y saliendo por el sudor y en el water.
"Che,  qué pelotudo que sos, mereció la espera" dijo Argentino Boludo cuando el pez iba desapareciendo del plato. "Robertico felisitá a la cosinera" le dijo Argentino Boludo a lo que Robertico le respondíó, me doy por felicitado Señol.
Ya andabamos por el postre y los chupitos de anejo y no habíamos reparado mucho un una parejita de tortolitos que habían llegado a la terraza con su tur: un mexicano borracho como una cuba y una muchacha jinetera-cubana que le estaba "cuidando".  Y en esto que me viene Robertico con una "notica" escrita en un papel "señol, que ud me gusta mucho y ya no aguanto a este borracho mexicano". Y mi respuesta no tardó ni un segundo: llama a esa descarada que venga un momento que le doy la respuesta a la "notica" que tengo en la mano. La respuesta a la descarada jinetera  fue "te doy 5 minutos para que desaparezcas o voy con la notica al mexicano a que te saque la madre...". Y se marcharon claro está.

La noche de la muchacha del sida...
Por la noche Argentino Boludo salió de caza a la disco del Comodoro. Se tiró el pisto con sus amigos llevándose al bungalow a la piba más linda de la discoteca. Eso sí, fué el único de la disco que pagó por adelantado a su bellezón cubano.

La sorpresa llegó cuando estaban en el bungaló y la piba le susurró que tenía el SIDA y acababa de salir de una prisión "sidatorio". Faltó tiempo para que mi amigo Argentino Boludo, muy caballeroso él, le pidiese un taxi y llamase al servicio de habitaciones para desinfectar el bungaló.
Ese día no le entró cagalera nuevamente como su primer día en la isla pero le fató poco. Nos contaba al día siguiente como le temblaban las canillas cuendo estaba despidiendo al "pibón".





(*) Lo de Boludo se lo añadí como apellido ya que el buen argentino, agrandado él como el más agrandado de los argentinos siempre terminaba dando la puntilla a sus soflamas en cualquier ámbito de la vida con un apelativo cariñoso hacia ti: "viste boludo" o bien "si pelotudo", "que boludo o que pelotudo que sos". Conozco bien que a  muchos argentinos no le hacen mucha gracia las expresiones pero doy fe y tengo testigos de que él era así...Era un tipo amigo de sus amigos en todos los ámbitos de la vida salvo en el tema de las mujeres:

Ahí no respetaba -siempre que pudiera-, si podía levantarte la mujer o la novia dalo por hecho, a amigos o conocidos en esto no hacía distinción. Presumía de haber vivido siempre con varias mujeres al mismo tiempo; hacía valer su buena planta y sus grandes ojos azules de galán argentino de raices italo, aqlemanas, españolas además de sus consumadas triquiñuelas amatorias que casi siempre le daban resultado. Lo recuerdo con cariño un día en una recóndita playa de Valencia persiguiendo un hermoso trasero que balleneaba en el agua hasta que cosiguió una instantánea como la de la imagen que acompaño a este (*).
Su ídolo era 007 que siempre terminaba llevandose al catre al "pibón" de la película.

(**) Médico de profesión, nunca vi su título pero ejerció como tal en varias instituciones públicas catalanas.

(***) Hablaba y se vendía como sólo un argentinio de Córdoba es capaz de hacerlo.

(****) Si no te convencía argumentando te convencía por pesado, en el buen sentido.




continuará...




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