El novio número 7 de la pinareña

Florin el novio número 7

Florin era un prestigioso dentista en Ginebra-Suiza, antes fué capitán médico dentista del ejército de Ceauçescu en la Rumanía comunista. 
Desertó del ejército antes de la caída de Ceauçescu y tras una larga y penosa huida montañas a través incluidas, terminó en Suiza ejerciendo su profesión de dentista con gran éxito. Descubrió que llenar la boca de dientes de oro de los jeques árabes era un negocio más que lucrativo. Y él mismo se hizo de oro con su especialidad. 
A nivel económico su vida era un jardín de rosas pero a nivel sentimental era un fracaso total por lo que comenzó a viajar a Cuba que era un país comunista como su Rumanía natal. Y jineteando al más alto nivel se encontró con Nulbis
Se hizo rico como dentista para ir a caer con una pinareña que le bajó a la realidad del mundo de las muchachas cubanas de muchos novios.  Él era el novio número 7 de la muchacha que prefirió vivir bien durante el periodo especial en vez de estudiar y pasar calamidades en la Isla de Fidel.
Le costó 4 años a Florin convencerla de que él era el amor  de su vida y que se casaría con ella y la mitad de su patrimonio, ciertamente importante sería de ella desde el momento del casamiento. 
Se hacía Florin dos o tres viajes anuales de un mes de duración compartiendo a Nulbis con los otros 12 novios restantes de la muñequita pinareña hija del "capitán". Hasta que un buen día la princesita tras un largo periodo de convalecencia en un hospital de La Habana por un accidente (*) decidió cambiar de aires y casarse con el desertor a cambio de la mitad de su fortuna. 
Y para Ginebra se marchó con su flamante marido. La relación duró escasamente un año, eso si, con continuos viajes de Nulbis a La Habana y a España. Decía que el clima de Suiza era muy duro para ella, una caribeña muy acostumbrada a otras temperaturas. 
Cuando consiguió poner a buen recaudo la parte que le correspondía de los gananciales del matrimonio plantó al desertor y se mudó a España donde la esperaba un chulo cubano que la protegía adecuadamente y le daba lo suyo, para que no perdiese el oficio. Y ella alimentaba al chulo cubano con su trabajo de la entrepierna que siempre la tenía bien ocupada.
El rumano-suizo era un tipo bien plantado de un metro noventa y casi un David de Miguel Ángel, super educado y detallista; cualquier mujer normal se enamoraría de él a primera vista. El chulo cubano era un tapón de botellón de escasos 1,55 metros de altura, gordo y panzón siempre con un habano a medias echando humo maloliente y de modales que dejaban muy mucho que desear. Era la foto del típico chulo matón de las películas de gánsteres.
Pero la cabra tira al monte y la que tuvo, retuvo. Además con la fortuna que le sacó al rumano desertor compró un chalé bien ubicado cerca del Casino Gran Madrid donde puso a trabajar a una docenita de amigas de su época de La Habana y sus 13 novios.
Eso si, la linda pinareña tuvo la gran idea de colocar en su puesto -como esposa del desertor- a su hermana pequeña que a la sazón estaba ya trabajando de secretaria del rumano dentista habiendo dejado tirados a su marido e hijo en la Isla de Fidel. Divorcio e hijo comprados por el dentista rumano y la heredera pinareña, sin las ambiciones de la hermana de los 13 novios, se hizo con los poderes y la cartera del rumano y siguen siendo felices y comiendo perdices.
La pinareña de los 13 novios aún no se ha dado cuenta de que el rumano "tarruo", como dicen los cubanos, no le pagó con la mitad de su fortuna sino solo con una pequeña parte visible de la misma.



(*) accidente en moto acuática en la marina Hemingway. La pinareña se pasó 8 meses hospitalizada y su novio español estuvo los 8 meses retenido en la Isla hasta que la pinareña y la moto acuática se restauraron por completo.


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