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Privilegios de los "chivatos/as de la cuadra" en la Cuba de "la revolución"

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La vida da tantas vueltas ! Cuando menos te lo esperas te encuentras con la respuesta a muchas preguntas que a veces te has hecho o te podrías haber hecho. Siempre pensé que todo lo que se cuenta de los "chivatos/as de la cuadra" de Cuba eran exageraciones y mezcla de miedos, envidias y otras mezclas de sentimientos confesables y no confesables. Estos eran mis pensamientos hasta que me he encontrado en el Madrid del año del coronavirus o virus chino con una cubana hija de un "chivato de su cuadra".  Una hija de la revolución que viaja periódicamente a Cuba para no perder los privilegios y otras ventajas que los mencionados policías del pueblo disfrutan a día de hoy en la Isla del PC de la Habana.  La mamá de la hija del chivato de la cuadra ya lleva tres maridos enterrados en Suecia -le dió por los suecos- y ahora disfruta de la vida que le subvenciona su actual marido sueco -este ya es el cuarto- y de las rentas que le proporcionaron los anteriores. Pero no renunci

"Pase de trabajo" que permitía trabajar a las jineteras de la Cuba de Fidel.

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  "Pases de trabajo" para las jineteras  en la Cuba de Fidel. El mencionado pase era una "tarjetica" con el nombre de la jinetera de turno a la que se permitía el acceso a las habitaciones y resto de dependencias de los hoteles "por razones de trabajo".  La "tarjetica" te la expedían con la firma y sello de la autoridad competente y se podía solicitar desde España o el país de origen de los turistas y a la llegada al hotel se les entregaba como documentación oficial. En la Cuba de Fidel, las jineteras podían tener acceso directo a los hoteles con un "pase de trabajo" oficial. Esto significaba en la práctica que "las muchachas del amor" de Fidel podían campar a sus anchas por los hoteles que estaban dedicados solamente a turistas u hombres de negocios que viajaban a la isla. El resto de los cubanos no tenía acceso a estos hoteles salvo excepciones que los más pícaros se sabían buscar. Conozco de primera mano el caso de un conoc